Foto por: Amanda Muñoz.
En televisión, Ítalo se vio afable, cálido y muy sonriente. Algunos podrían pensar que era sólo una fachada para las cámaras, pero la verdad él es así constantemente. Aún se pone nervioso y se emociona cuando recuerda su participación en el programa, particularmente lo que significó darle un beso a su pololo en televisión abierta en uno de los canales más conservadores de Chile.
¿Es difícil articular tu sexualidad desde un punto de vista político? ¿O crees que es algo natural?
Yo creo que es natural. No sé si es algo que uno piense, yo nunca había pensado que lo que hago es político, pero uno se da cuenta. Por ejemplo, cuando andas con alguien y le das la mano y a esa persona le da miedo, yo pienso: «es importante que hagamos esto porque no podemos limitarnos simplemente porque alguien nos puede ver o decir algo».
¿Qué te parece lo que representan el Movilh e Iguales en la comunidad LGBT+?
Me parece bacán que existan vocerías y organizaciones que se muevan por los derechos de la diversidad sexual, pero las organizaciones más canónicas como el Movilh e Iguales están principalmente conformadas por hombres gay cisgénero y representan a la clase social que está menos expuesta a los peligros, al prejuicio y a los ataques. Ellos promueven la imagen del gay que es hombrecito y se quiere casar y formar familia, pero en ese ejercicio dejas de lado a las lesbianas, a los bisexuales, a los colas fuertes, a las lelas camionas, a las trans y un sinfín de otras expresiones.
¿Qué piensas del «lavado rosa»?
Es un arma de doble filo. Por un lado tienes la visibilidad, tienes la marca súper conocida que le dice a la gente: «¡Oye, la diversidad sexual está bien!», pero por otro lado siguen perpetuando estereotipos, el uso de los cuerpos como algo meramente sexual, como un objeto.
Y eso es lo que le critican al Movilh, sobretodo en la última marcha del orgullo.
Yo no pude ir a la marcha porque tenía muchos compromisos por el programa, pero mis amigos fueron y me dijeron que fue nefasta. Onda, veías un bus gigante con la Kel Calderón arriba y a weones rubios sin polera y a la marca no sé cuánto…
Iba a estar Karol Dance también.
¡Además! Menos mal se bajó porque no es posible que rostros que históricamente han sido misóginos y discriminadores ahora estén como voceros del movimiento de diversidad sexual. Lo encuentro ridículo, oportunista y hasta violento. No puede ser que las caras de una marcha que es para celebrar el orgullo sean gente que siempre ha contribuido a lo opuesto.
¿Tú sientes que haya algo que celebrar?
Sí, yo siento que es necesario reconocer la historia de los movimientos LGBT. Siempre se dice que somos iguales y yo pienso que, si bien debemos tener los mismos derechos y las mismas posibilidades, no hay que olvidar que todos tenemos historias de opresión distintas. Cada grupo tiene su pasado y ha sufrido diferentes tipos de violencia, eso tiene que ser reconocido porque es lo que nos hace diferentes. Y está bien. Es necesario que tengamos estos días y celebraciones porque existe una lucha. Eso merece ser festejado.
Oye y ya hablando del programa ¿cómo fue el tema de la visibilización para ustedes en uno de los canales más conservadores de Chile?
La grabación igual estuvo super cortada. Durante el programa Julián me preguntó quién me acompañaba y yo dije mi pololo y mi hermana, entonces empezó a preguntarme harto del Matías. A mi me alegró que no se omitiera y que se dijera la palabra pololo, porque me acuerdo que al principio él decía pareja y yo lo corregía porque odio esa palabra. El final fue espontáneo, gané, quería celebrarlo, abracé a mi hermana y le di un beso al Matías. Hasta que emitieron el programa no me di cuenta que esa imagen fue muy bonita y potente.
¿Cómo ha sido tener una plataforma para expresarte y pedir reivindicaciones por Nicole Saavedra o por el matrimonio igualitario?
Es bacán. El caso de Nicole Saavedra, en particular, es terrible porque literalmente ningún medio le puso atención y ocurrió hace dos años. Hubo tortura, asesinato y desaparición y la investigación está ahí, flotando en la nada.
Y más encima los culpables están libres.
¡Y ni siquiera se sabe quiénes son! Está el caso de La Manada en España, en que los tipos salieron libres, pero al menos puedes reconocer sus caras. Acá ni siquiera tenemos eso.
¿Cuál ha sido la actitud de la gente hacia ti después de todo esto?
He recibido mucho cariño y muchos mensajes positivos. Los que más me sorprenden son los de adolescentes que se sintieron identificados conmigo y el Matías. Me dicen cosas como: «todavía no me atrevo a salir del closet, pero fue genial verte» o «ahora me dan ganas de contarle a mis papás porque te vieron en la tele». El otro día lo conversábamos y pensábamos en la cantidad de niños que quizás vieron el programa y se sintieron validados. Lo que nosotros no tuvimos porque nunca vimos eso en la tele.
¿Te sientes con una responsabilidad?
No tanto porque sé que voy a desaparecer en una semana de cualquier medio, pero lo que hice sí se sintió como algo que tenía que hacer. Si no le hubiese dado un beso al Matías o si no hubiese dicho que tenía pololo me habría sentido terrible porque es algo que me define. Mi orientación sexual es gran parte de quién soy.
MUY FANTÁSTICO 